sábado, marzo 16, 2013

ARCHELON O EL HOMBRE PERFECTO

Una tortuga marina es como un tanque que vuela. Resignada a no poder ocultar sus brazos, aletea empujando su enorme y pesada coraza contra el mar. Es como tener todo en contra y estirarse para alcanzar un paso adelante. La tortuga, al igual que yo, tomamos nuestro impulso del mismo medio que nos cobija o detiene. Y, pesados primero, ligeros después, planeamos entre los límites de la historia.

El hombre perfecto no existe. La tortuga marina nos lleva millones de años de reflexión y lucha. Yo me arrastro perezosamente por las orillas de mi biblioteca. Alguien más ya ha escrito todo, alguien más se esforzará sin concluir una vida intachable saturada de reconocimientos.

Para no leer, veo un documental sobre animales que entierran sus huevos en las playas. Los bebés de esta especie, apenas ven la luz, se internan valientemente hacia el océano lleno de trampas. Me compadezco de estos pequeños. Su existencia es una duda inmensa y su porvenir una posibilidad remota.

El hombre perfecto es un ser lejano. El reflexionar acerca de esta utopía o el de compadecerme frente a las pequeñas tortugas adentrándose en el mar, son mi única acción plausible.

fósil de archelon
 
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