viernes, agosto 18, 2006

SOLEDAD

Ella. Tomó las siluetas, las tajó de tanto frotarlas para ahuyentar el frío y las arrojó al pavimento.
Yo. Recogí los retazos de mi nostalgia y los errores hechos aristas. Caminé aun embriagado del golpe.
Después del estallido ha seguido una tregua llena de violenta afonía. La recuerdo entonces con su rictus de ludo. Volteo. Comparo los mosaicos rotos encajándolos a la fuerza en mi memoria que despierta.
Ella, Soledad. Espera a su próximo hombre, a su nueva sombra mientras me lanza a traición alguna migaja que olvidé recoger.

No hay comentarios.: