lunes, octubre 08, 2007

DE SERENATAS

A la hormiga le gustaba la música. Por eso se paseaba entre los marfiles de un enorme piano de cola intentando presionar con sus pequeñas patas las claves que despertaban las melodías durmientes.
Si un hombre fuera una hormiga, pensó, podría cargar con este piano fácilmente.

Incap az de sostener esta historia y de arrancarle los misterios a un texto, corregí:
A la hormiga le gustaban los teclados. Por eso se paseaba entre los marfiles de un enorme piano y entre las letras de mi computador. Vinieron el pianista, el escritor. Y sin el menor remordimiento, mientras componían a capricho, aplastaron al duplicado insecto bajo el peso de sus dedos.