Un camión despierta en la calle e inicia su trabajo roncando de pereza, lamiendo de asfalto la vacía avenida. Alfombra negra que hiede mi ventana. Unas aves entran a la escena y dejan sus desperdicios en el inmaculado mar negro. Líneas para el tránsito, me digo. Es justo, ellas también tienen derecho a circular.
El camión vuelve a pasar lento, como un borracho con resaca y ahuyenta a los pájaros. Pero sólo por un momento. Las aves vuelven al ataque y ensucian el asfalto fresco con más furia.
No molestar, palomas trabajando.