domingo, diciembre 17, 2006

RÉQUIEM

Todos querían pensar que con esa actitud no llegaría a ninguna parte. A nada sensato o útil. Su método para el resto de personas era simplemente una excusa. Pero los sucesos posteriores parecen demostrar si no lo contrario, al menos cierta verdad.
Nosotros que le escuchamos en una de sus conferencias sobre la economía del movimiento, quedamos satisfechos con su explicación. Éramos entonces como esos adeptos clandestinos que temen alguna represalia y niegan sus creencias o posiciones. Aún así, nos admirábamos cuando decía: “El presente es un nudo desde donde los tiempos pueden extenderse o contraerse a placer.” Ignorantes, regresábamos a casa intercambiando vacíos cada vez más grandes acerca de la doctrina.
Otro día nos iluminó con la siguiente sentencia: “¿Quieren construir su máquina del tiempo? La única manera de cambiar el pasado es caminando a través del futuro.” Y se jactaba entonces de reencarnar a los grandes sabios con sólo citarlos.

Para el discurso de su sepelio, yo había preparado un discurso al que todos habían calificado de réquiem a la memoria del maestro. Mi perorata citaba una de sus afirmaciones: “Si alguien me quiere recordar, que me lea o me comente. Nada de rosas ni rezos sobre algo que ya está muerto.”

Maestro, esperábamos al pie de su tumba a que llegara. Pero usted nunca murió.

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