Los hipocampos de la plaza son altivos
Yo espero sentado frente a la acequia de tu puerta
En la cumbre de mi pensamiento un cristo que no se broncea
Estira sus brazos sin abrazar la bahía
El muelle es largo
Largas son las caminatas también hacia ti
Como la espera que se extiende en tus mareas
Un viaje por el malecón y un helado
Tus pechos que nunca se congelan
Tus ojos marineros en mi sonrisa que no sabe nadar
Que se ahoga por cualquier excusa
Tu puerta es filigrana de pececillos
La calma se estanca allá a lo lejos
Y con ella se va mi impaciencia
El tiempo ya no es arena entre mis manos
Sino un castillo rompeolas
Como la resaca que insiste
Los caballos en la noche de espuma alumbran sus crestas
Y su palidez sonríe a mi sombra
Se ha caído el sol por más que el muelle ha sido largo
O me pareció que se empinaba desde el borde a beberse un clavado
Y el cristo allí sin que se agote su blancura ni su abrazo
Y yo no me canso tampoco
Adobe eterno
Tu puerta es ahora una cortina de moluscos secos que tintinean
No es el aroma del sexo que tienen las conchas
Es el sonido de tus pasos cerrando la noche
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