sábado, junio 17, 2006

LA TUBERCULOSIS DE EL TIEMPO QUE SE CREÍA HOMBRE

Dentro de unas semanas los escudos presentarán una mancha como moscas que se acaban de cansar de sus volteretas. Dentro de una semana las horas se parecerán al monótono pez que flota entre el océano quieto y sin saber que hacer. Todo esto sucederá, pero por mientras me voy caminando por allí para no cansarme de esperar, para no ser el único que se queda tras la función esperando a los actores o a que las luces nunca se apaguen. Dentro de una semana actuaré yo también, pero por mientras atesoro la oscuridad. Los dientes tendrán ocupadas a las carnes y los flashes estarán atentos a la caza de ojos a quienes cegar. Todo esto dentro de unas escasas vueltas pero mientras eso no suceda, me imagino a las moscas limpias que se ensucian de escudos y a los actores sentados en las butacas bostezando de la vida ordinaria. Me imagino dentro del negro mar semidormido deteniéndole la respiración para que inhale quietas olas. Dentro de él las semanas sólo son soles tragados; dentro de estos soles, sólo son luces; tras ellas, una mirada que se amanece frente a los intérpretes; dentro de cada uno de ellos, un escudo como un pez que espera con el aliento en rojo…

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