Por eso, cada vez que me siento solo, la única vanidad que me queda es poder descifrar entre las profundas líneas de la memoria, la sustancia que nutre tus formas. Entonces callo, como esperando algo que nadie ve.
Yo, escribo esta historia para contarte que cuando me quedo sin palabras y silencios, acudo desesperado a buscar los que escribiste para mí.
del libro: "El baúl de A. L. Terego"
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