Para iniciar el año, compartimos tres mircrorrelatos del gran narrador, incluidos dentro del cuento "Por las azoteas".
De más está decir que es uno de mis cuentos favoritos.
I
«Había una vez un hombre que
sabía algo. Por esta razón lo colocaron en un púlpito. Después lo metieron en
una cárcel. Después lo internaron en un manicomio. Después lo encerraron en un
hospital. Después lo pusieron en un altar. Después quisieron colgarlo de una
horca. Cansado, el hombre dijo que no sabía nada. Y sólo entonces lo dejaron en
paz».
II
«Había una vez un famoso imitador
de circo que se llamaba Max. Con unas alas falsas y un pico de cartón, salía al
ruedo y comenzaba a dar de saltos y a piar. ¡El avestruz! decía la gente,
señalándolo, y se moría de risa. Su imitación del avestruz lo hizo famoso en
todo el mundo. Durante años repitió su número, haciendo gozar a los niños y a
los ancianos. Pero a medida que pasaba el tiempo, Max se iba volviendo más
triste y en el momento de morir llamó a sus amigos a su cabecera y les dijo:
‘Voy a revelarles un secreto. Nunca he querido imitar al avestruz, siempre he
querido imitar al canario’».
III
-Yo soy como ese hombre que
después de diez años de muerto resucitó y regresó a su casa envuelto en su
mortaja. Al principio, sus familiares se asustaron y huyeron de él. Luego se
hicieron los que no lo reconocían. Luego lo admitieron pero haciéndole ver que
ya no tenía sitio en la mesa ni lecho donde dormir. Luego lo expulsaron al
jardín, después al camino, después al otro lado de la ciudad. Pero como el
hombre siempre tendía a regresar, todos se pusieron de acuerdo y lo asesinaron.
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